Hoy a la “clase media” sólo le queda el término. Vive bajo ese paragua añoso, arcaico y precario, pero, salvo mínimas excepciones, es igual de “proleta” que los trabajadores (as) eternamente postergados. Ni uno ni otro tienen nada…solo dignidad, si han de usarla…
Hemos expresado a través de un mensaje gráfico nuestro saludo a los trabajadores y trabajadores de nuestro país y a quienes lo hacen, especialmente en la macro-región sur, donde más convivimos a diarios con nuestros lectores y televidentes, a través de nuestro Complejo Multimedia.
Si bien, la tragedia ya se remonta a tiempos pretéritos, es justo señalar, sin ningún sesgo ideológico, sólo con validez empírica, que desde entonces, hay significativos avances que benefician a los trabajadores y trabajadoras.
Los tiempos han cambiado, pero si bien la legislación, al menos en nuestro país, pretende ser más inclusiva, normando prioridades y estatus a la mujer, por ejemplo y por otro lado, sancionando la discriminación a la diversidad, no es menos cierto que, desde el tiempo de Jorge Alessandri Rodríguez, desde donde recuerdo, es más bien a los trabajadores (as) a los que se les pide “apretarse el cinturón”, bajo la premisa de Estado, de mantener la estructura y cuidado de la economía, cuyo modelo, con variables, se ha mantenido en el tiempo y hablo ya, de más de 50 años.
Jamás el Estado y los gobiernos que lo rigen, han privilegiado el análisis e implementación de una política sino magnánima, pero al menos decente y justa, respecto a, por ejemplo, salarios mínimos y condiciones de trabajo, reiteradamente vulneradas, por décadas tras la masacre de Chicago.
Los gobiernos, pierden de vista que el pilar fundamental del crecimiento del país, pasa por una estructura basal, que sin existir (trabajadores y trabajadoras), sería punto muerto en cuanto a crecimiento y estabilidad económica.
Falta valorización real. Un enfoque empírico, el que ni siquiera los politólogos, pos guerra fría han sido capaces de dimensionar.
Existirían las empresas sin masa laboral. NO.
Así de claro.
El Estado puede ser eficiente y crecer sin ellos. NO.
Entonces, más que levantar desde aquí una bandera de lucha, creemos que el mejor saludo, sin promesas discursivas, es reordenar las neuronas estatales y de los gobiernos de turno para crear las condiciones de decencia y dignidad que todos los trabajadores merecemos.
Más que los números fríos, que indican alzas precarias (salvo el acuerdo CUT_Gobierno, ahora, conciliado ante las circunstancias de siempre), el Ejecutivo debe mirar para el lado, hacia quienes hacen Chile y lo levantan, como tantas veces se ha hecho con la mano de un trabajador o trabajadora en tiempos de crisis, no sólo detrás de una oficina donde se cocina migajas, más que dignidad y equidad, reitero, para quienes hacen y hacemos Chile.
Ya no existe la clase trabajadora, solamente. En esta “clase”, -como se decía antes del término de la “Guerra Fría”-, al menos aquí en Chile, siguiendo con la lógica conceptual marxista (también pretérita), es oportuno y urgente, también bajo la lógica del pasado, determinar, –no conceptualmente, si no con realismo-, si realmente existe “clase media”.
No.
Hoy, es un concepto, una letra muerta. Porque el trabajador, ayer más acomodado, hoy vive la misma complejidad o miseria de quien vive de un sueldo mínimo. Algunos ni siquiera lo tienen.
Deambulan con su estatus a cuestas, pero sin ni uno, al igual que los cesantes que siguen imperando en Chile, o los inmigrantes que buscan una fuente de empleo y sustento.
Esta y no otra, es la realidad.
No se puede seguir viviendo de paradigmas o clichés que ya no calzan en el escenario socio-político de hoy.
Simplemente somos más pobres y las políticas de “ayuda” focalizadas sirven, pero terminan discriminando. “Ayuda” y sitúo el término entre comillas, porque el trabajador o trabajadora “proleta” o la de hoy mal llamada “clase media”, son iguales, salvo excepciones. Merecen lo justo, no dádivas, si asociamos “ayudas o aportes” a un estatus real, que sólo existe en el simbolismo de los bolsillos fiscales, no en la práctica.
Pero Chile, en homenaje centenariamente postergado a sus trabajadores, debe no sólo asumir que “proletas” y “clase media” son el patio trasero de las políticas de uno u otro gobierno, sino que, generar una política integral, no sólo parcializada, de mejoramiento universal y permanente, aunque pase un breve tsunami por la autocrática política de Hacienda, o nuestras reservas, juntadas precisamente, en su mayoría, por quienes son sujetos (as) de este enfoque periodístico. .
Caso contrario, habrá nuevos estallidos sociales, sin banderas, sólo bajo el emblema de la dignidad, que debe ser abordado por todos quienes componen y comparten políticas de estabilización que finalmente, solo conducen a la desestabilización.
Tarea para la casa, no sólo para la Moneda y su inquilino de turno. A pensar mejor, es un ejercicio gratis, que no requiere de sueldos ni pitutos, requiere sólo ir a la par con las lecciones de la historia, establecer una forma de seguridad y tranquilidad para el 90 por ciento de los ciudadanos.
Chile, de no ser así, requiere una reforma al CEREBRO.
Y hace rato que debió hacerlo.
Pero, con respeto…, claridad y franqueza….
GUSTAVO CID ASENJO
Periodista