23 de noviembre de 2024

AL NIÑO, NIÑO; Y AL VIEJO, SIEMPRE NIÑO…UN ABRAZO

Este domingo, invito a los niños a celebrar, pero también a quienes lo fuimos y no lo olvidamos.


No soy partidario de la comercialización del Día del Niño, como hasta ahora se le llama.

Soy partidario de ser SIEMPRE un niño.

Por qué, siempre.

Porque, ya viejo, nos lleva a un escenario inolvidable.

Claro, era otra época, sin bonos ni pases escolares, sin discusiones bizantinas.

No había plata y tras el desayuno, irnos “a pata” al colegio o al Liceo.

Cabros medio pobres, pero que la pobreza de “clase media”, nos hizo dignos, honrados, solidarios, fraternos.

Cruzar casi de amanecida, con niebla, frío, el frágil puente del río Rahue, por ejemplo.

Allí estuvo la niñez de este escribidor.

Un querido viejo comunista, siempre me esperaba, al entrar al viaducto.

¿Un café, hijo?

Es lo que a diario me decía, cuando no me veía don Lolo, el chofer de la micro 1, que siempre me recogía y yo acompañaba su andar, al lado de su volante, minúsculo ante su envergadura física.

Niño.

Al que el anfitrión de cuna ribereña, jamás intentó persuadir.

Junto a él, los manifiestos de MAO, el famoso “libro rojo”. Con prudencia, sin incidir. El veía al niño, no al futuro militante. Y me enseño el camino propio, leer, entender y dirimir, en conciencia.

Sigue el niño

El regalo era escaso.

No escasa la disposición de mis padres a poder crecer, pese a la adversidad del momento.

Clase media.

Y hoy, añoso y distinto, quiero reivindicar mi niñez, con orgullo.

Porque, los invito, a ser siempre niños.

Como lo hicimos junto a mis hermanos, Carlitos, que se fue, Cynthia, que lucha. Maestra insigne. Toda su vida vida, la Miss Cynthia, del Liceo de Niñas de Osorno.

Como la hayamos vivido, es nuestra mejor y más limpia etapa de nuestras vidas.

Ya no me importa si lo de este domingo es comercial.

Me importa decirles que, hoy grandes, fuimos parte ese mundo de ilusión, de regalías o frustraciones.

Pero, somos…Y por qué no seguir haciéndolo.

Estoicos o épicos, como lo fuimos en la pequeñez de nuestras vidas…

Y hoy, grandes, de porte y años, jamás pequeños de espíritu, de sapiencia y fraternidad.

Todos, o muchos…

En Osorno, en cualquier parte de nuestra geografía y en Fresia, hoy mi cuna familiar y profesional

Que alegría pensar que en el alma sigo siendo un niño.

Que alegría pensar que, este domingo, no sólo festejaremos a los chiquitos, sino que también a nosotros mismos.

A nosotros,

A nuestras hijas e hijos, a nuestros nietos o bisnietos.

La celebración está en convivir con los peques. Amarlos, como nuestros padres lo hicieron con nosotros, no importando circunstancia alguna…Qué belleza…

La alegría “vieja”, por volver a nuestros inicios…Porque es más viejo, quien simplemente nos mira como tales, hoy.

Desde donde nos formamos, la barriada sencilla, sin cunas de oro,  y somos, lo que la vida y Dios, han querido que seamos.

Abrazos, niños de ayer. Cariños, niños de hoy.

Cariños niños de Fresia.

Esta reflexión humilde, espero sea un regalo para vuestro futuro, para mirar, -en el curso del tiempo-, hacia atrás. Habrá melancolía.

Y quizás comprenderán, que todo pasado fue mejor…

Un abrazo, de amistad y solidaridad. Buen día, a todos y todas, niñas y niños de ayer y de hoy.

GUSTAVO CID ASENJO

Ciudadano de Fresia