Se nos va don «Beña»:
Hoy viernes es un día de dolor y desesperanza. De dolor porque deja su tierra amada un hombre ícono de nuestra comuna, un gran político, pero mejor ser humano. El vecino de todos, sin odios ni rencores, sin sectarismos (como hoy se observa), en su actuar como referente político y en su inclaudicable impronta de servir a todos, sin mirar ideologías ni diferencias, haciendo elocuente sus diferencias, con el respeto que es parte del ser de un caballero, como pocos.
Un hombre, como todos, con virtudes y probables errores, lo que con el paso del tiempo, desde el inicio de la década del 80, ya en el siglo pasado, con su proactividad, creatividad y el don de ser transversal en su vida, creó un singular estilo en nuestra comunidad. Lo anterior se posicionó a través de los años, en sabiduría, con el aprecio de muchos y el respeto de sus eventuales adversarios.
No me corresponde elogiar ni ignorar su legado, porque si escribo con modestia estas líneas, más precisamente, es la gente, su comunidad, sus entrañables amigos y también circunstanciales competidores o adversarios, quienes con nobleza ensalzan su figura pública y personal, con la manifiesta sinceridad y aprecio, lo que se refleja con elocuencia en las diversas notas publicadas por nuestro diario. Nadie quiso estar ausente para manifestarle su aprecio, agradecimiento y sentido dolor por su pérdida.
Velado en el segundo piso del Cuerpo de Bomberos, fuimos testigos de un hecho emocionante, este jueves por la tarde. Una señora en silla de ruedas llegó al lugar con un ramo de flores. Resultaba difícil por tanto sortear los peldaños y llegar hasta el féretro donde descansa en paz Don Beña. Su sobrino, Fidel Espinoza, como tal, más que un senador, alta autoridad de la República, fue un ayudante más para que esa persona, desvalida, también manifestara su admiración por el ex jefe comunal que nos deja.
Así, se demuestra el cariño que pocos en política logran alcanzar. Don Beña se despide hoy de todos nosotros con un merecido reconocimiento público, quizás como nunca antes, nadie lo había tenido y logrado, por sus propias acciones. Dios, sus amigos y una multitud de vecinos lo despedirán. Es posible que el sol acompañe su último adiós y que, pese al frío, el calor humano, en justicia el adiós, temporal, porque su impronta jamás se podrá olvidar, aunque haya egoísmo, mezquindad o precario entendimiento de cómo vivir en sociedad, de forma armónica y tolerante.
Hasta pronto don Bernardo. Su ejemplo y lección son más fuertes y grandes que el dolor por su partida. Decirle gracias es poco… Que el llanto se sume a las sirenas de sus compañeros de ruta, para inmortalizar su generoso aporte a esta comuna.
Seguiremos construyendo una mejor Fresia, en su honor.
GUSTAVO CID ASENJO y equipo de FRESIAAHORA.
